El cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de la Santísima Asunción, condenó ayer el ‘‘abominable’’ aborto, se refirió a las dificultades de las familias paraguayas en un contexto de inequidad social, de los problemas que afectan a miles de compatriotas que emigran buscando un mejor futuro, el maltrato en los hogares hacia los niños y los ancianos.
Esto durante la Misa de Acción de Gracias por la Fiesta de la Sagrada Familia que se realizó en la Catedral Metropolitana con el himno del Te deum. El religioso dijo que Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó las dificultades de otras tantas más, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. En ese sentido, el arzobispo sostuvo que la historia de la Sagrada Familia “da pie a una reflexión sobre aspectos de la familia en general”.
Los valores fundamentales de la persona humana –indicó– se forjan en la familia que, a veces, no es la familia completa, según el ideal de perfección, pero donde el ser humano ha encontrado y se ha nutrido de amor: De la abuela viuda que acoge, protege y se convierte en madre de sus nietos, de la mamá que ha criado sola a sus hijos, del papá que se hace cargo del cuidado los niños porque la mamá ha tenido que emigrar en busca de empleo para el sustento de su hogar.
Explicó que para la sociedad, la familia es el núcleo fundamental en el que se basa su propia existencia y subsistencia. Mientras que para la comunidad cristiana, la familia es la “iglesia doméstica”, cuna de la vida y fuente de todas las vocaciones.
Resaltó el respeto y el honor que deben caracterizar las relaciones entre los miembros de la misma familia, sobre todo entre padres e hijos. En este punto en particular, habló sobre el trato que reciben las personas de la tercera edad y los niños.
Paraguayos que migran. El cardenal Adalberto Martínez mencionó a los cientos de miles de paraguayos han tenido que emigrar y buscar nuevos horizontes y oportunidades en tierras lejanas, pero incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo.
‘‘Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables. Por ello, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que se ve obligada a huir, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación, que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero pensemos también en los demás «exiliados»’’, indicó.
También mostró su preocupación respecto a la amenaza contra la vida inocente, sobre todo del niño por nacer. Reprochó que “muchos hoy asuman la actitud de Herodes” y tomen decisiones que atentan contra la vida a través del aborto.
“El aborto es abominable, tanto desde la conciencia moral como desde las leyes. En la República del Paraguay, la Constitución Nacional reconoce y protege la vida desde la concepción hasta la muerte natural”, reprochó.
Vida digna. Adalberto abordó la necesidad de que todos los habitantes de la República accedan a una buena calidad de vida, mediante planes y políticas de Estado que reconozcan factores condicionantes, como la extrema pobreza y los impedimentos como la discapacidad o el de la edad.
En ese sentido, dijo que es necesario y urgente impulsar las políticas públicas que favorezcan su estabilidad e integridad. Martínez reiteró que la inequidad social y estructural del Paraguay amenaza a la paz social.
“El brillo del sol de justicia se apaga por la inequidad en el rancho campesino, indígena. Porque la tierra, el techo, el trabajo, la salud y la educación les han sido negados o despojados”.
El arzobispo deseó que “los pensamientos con que despedimos el año se constituyan en utopías dinamizantes para mirar con esperanza la patria soñada”.
Lamentó que la inflación económica de estos días siga impactando en los más vulnerables e invitó a promover “la austeridad presupuestaria del Estado, la solidaridad con los sectores carenciados, un verdadero diálogo social” y consensos en el encaminamiento rumbo a las elecciones generales.
Para la sociedad, la familia es núcleo fundamental en la que se basa su propia existencia y subsistencia; para cristianos cuna de la vida.
Brillo de la justicia se apaga por la inequidad en el rancho campesino, indígena porque la tierra, el techo, el trabajo, la salud y la educación les han sido negados o despojados. Adalberto Martínez, cardenal.